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La obra que inmortalizara a Wifredo Lam, "La jungla", se pintó originalmente en papel craft de envolver. Wifredo Lam debe abandonar en Europa
su residencia francesa ante el avance de las tropas nazis, y regresar
a Cuba. Ya desde París, el maestro Pablo Picasso lo estimulaba
a desarrollar una expresión propia. Antes de llegar a la isla,
Lam hace algunas escales caribeñas: en Haití, y en Martinica.
En este momento tiene aprendido ya lo mejor de la lección surrealista,
la apreciación europea de ciertas manifestaciones artísticas africanas
y el ejercicio de las indagaciones plásticas. Y es en ese momento
propicio cuando la realidad antillana, que llevaba durante casi
dos décadas en la memoria, se hace cosa vívida. De 1942 es su
obra definitoria: La jungla. Esta obra, que hoy se exhibe
en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, Lam la pinto originalmente
en papel craft de envolver, porque con palabras del propio artista
"no tenía el dinero suficiente para comprar los lienzos."
La jungla es una obra de magia y misterio, a la vez de
denuncia; es el espíritu del monte. Aun cuando los artistas e
intelectuales de Nueva York acogieron a Lam con gran simpatía
y aprecio, el museo mostró poca comprensión de su obra. Cuando
James Johnson Sweeney adquirió La Jungla para el MOMA,
se suscitó un verdadero escándalo que por poco le cuesta a Sweeney
el cargo de director del museo. En 1943 era inaudito que la obra
de un americano que no fuera blanco entrara en la colección, puesto
que la muestra se concebía y percibía- en especial, como
la formulación de una experiencia americana no blanca. Ese mismo
año, Alejo Carpentier saluda a este cuadro como "una aportación
trascendental al nuevo mundo de la pintura americana (...) Lam
comenzó a crear su atmósfera por medio de figuras en que lo humano,
la animal, lo vegetal, se mezclaban sin delimitaciones, animando
un mundo de mitos primitivos, con algo ecuménicamente antillano,
profundamente atado no sólo al suelo de Cuba, sino al de todo
el rosario de la isla". Tan pronto como partió de Cuba hacia
el continente, Wifredo Lam tuvo que enfrentarse a la discriminación
racial en numerosas y humillantes formas: lo expulsaron de hoteles
y estudios, le negaron la entrada a restaurantes y bares, y hasta
en los establecimientos humildes adonde él iba con sus amigos
pobres. Todo esto contribuyó a marginar a Wifredo Lam del grupo
de artistas de Nueva York y, al morir Arshile Gorky en 1948, sintió
que ya nada lo ataba a esa ciudad. En 1947, Wifredo Lam regresó
a Europa, y de inmediato comenzó a cooperar estrechamente con
los vanguardistas. El grupo de artistas daneses, holandeses y
belgas acogió su obra con gran entusiasmo; en 1948 formaron el
grupo COBRA. Los artistas de COBRA consideraron a Lam el "maestro",
e incluso lo designaron embajador artístico de Cuba. La contribución
de Wifredo Lam al arte contemporáneo aún no se puede medir con
exactitud, aunque numerosos estudios de investigadores comienzan
a situar al artista cubano como uno de los más influyentes en
el desarrollo de la plástica americana en la segunda mitad de
este siglo.
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